La banda mexicana no defraudó a sus fans y, si
bien llegó para presentar un nuevo disco, entregó un recital repleto de
sus viejos y clásicos éxitos. Un espectáculo redondito y previsible,
pero que derrochó profesionalismo y calidad tecnológica.
A las 21:30, con una
puntualidad absoluta, los mexicanos subieron al escenario montado en el
Malvinas Argentinas y con "Lluvia de corazón" abrieron un recital que se
extendió casi por dos horas y media.Unas diez mil personas fue el número estimativo de asistentes que vibraron al son de la banda galardonada con varios premios Grammy a lo largo de su trayectoria musical.
"¡Esperanza para Argentina!", fue el potente grito de Fher, su líder, al comenzar a cantar.
El segundo tema fue "Oye mi amor", un clásico que hizo explotar a los presentes y conformó el primer coro colectivo del estadio.
Acto seguido, en un escenario en donde las pantallas gigantes de led encandilaron y sorprendieron al público por su nitidez y espectacularidad, comenzó a sonar "De los pies a la cabeza".
“¡Muy buenas noches, Mendoza! ¡Ya los extrañábamos un chido! ¡La vamos a pasar de puta madre!”, fue el saludo oficial de la voz cantante y líder de la banda, Fher Olvera.
Precursores del rock en español en Latinoamérica, junto a Café Tacuba, Caifanes y nuestros Soda Stereo, Mana demostró que es una banda que se renueva y que, con más de veinte años de camino, logran cautivar a su público de siempre y captar a las nuevas generaciones.
En este caso, los mexicanos llegaron para presentar su más reciente trabajo, “Drama y luz”, un álbum al que ellos mismos definieron como “cargado de dolor y esperanza”, pues nació luego de la muerte de la madre y la hermana de Fher en 2010.
El espectáculo continuó con “El espejo”, tema del último disco que habla de un personaje que viaja en el tiempo, cambiando de geografía y llegando a la España medieval. Es atrapado por la Inquisición, juzgado y quemado. La canción fue acompañada de un acting provocativo del intérprete, que simuló ser un Cristo crucificado mirando hacia el público, mientras lo acompañaban ocho mujeres que conformaban una mini orquesta de cuerdas.
“Vuela libre paloma” llegó dedicada por Fher a su propia madre –“Una mujer que fue una guerrera. Fue padre y madre a la vez. Es una canción de esperanza, y se la escribí a ella y a todos los que se nos han ido”-.
“Rayando el sol” produjo el primer delirio colectivo de todo el estadio. “Bendita la luz” y “El verdadero amor perdona” fueron las que siguieron; para dar paso a un nuevo speach de Olvera: “¡Qué rico brebaje mágico me estoy tomando! Este vinito sí que me pone cachondo”, comentó, mientras empinaba una copa de vino mendocino.
El inmenso telón translúcido sobre el que se proyectaron imágenes en alta definición fue otro de los atractivos de la puesta en escena, y junto con las imponentes pantallas fueron los elementos decorativos del recital.
Un look sobrio y elegante fue el elegido por la banda. Enteramente vestidos de negro, dejaron atrás las reminiscencias guarras para optar por un vestuario aseñorado. Eso sí: cada cual optó por el uso de musculosa, remera, camisa o saco de vestir, según su personalidad.
“¡Menos corrupción y más honestidad!”, gritó Alex González desde su batería. “Esta canción va dedicada a toda América”, anunció; y comenzaron a sonar los acordes de “Latinoamérica” y en las pantallas danzaban todas las banderas latinoamericanas alternadas con partes de la letra de la canción –“ Latino tu, latino yo. La misma sangre y corazón. Esto es mi Latinoamérica. Hay que luchar, Latinoamérica Y si nos quieren marginar. Nunca nos vamos a dejar…”-.
Siguieron con “Corazón espinado”, y una ovación unánime recibió nuestro Felipe Staiti, al ser convocado al escenario por los mexicanos para hacer “Me vale”, uno de los temas más rockers de la velada.
Luego de un solo impresionante de Alex González en una plataforma circular giratoria que se elevaba gracias a una grúa, y un mensaje ecologista –“Si los hombres escupen el suelo, se escupen a sí mismos. La tierra no le pertenece al hombre, sino el hombre a la tierra. El hombre ha herido a la tierra gravemente”-, llegó la sorpresa: de golpe, Fher y Sergio Vallín -guitarra acústica- aparecieron en una pequeña plataforma en el centro del estadio, en la cual interpretaron un popurrí de canciones románticas.
“Si no te hubieras ido”, la canción popularizada por Marco Antonio Solís, hizo saltar lágrimas de amor a las chicas; y “Vivir sin aire” llenó de suspiros la noche mendocina.
Ya de vuelta en el escenario principal, “Como te deseo”, “Déjame entrar” y “Clavado en un bar” –con Fher envuelto en una Bandera Argentina- cerraban, aparentemente, el recital.
Pero no fue así. A la hora de los bises, y blandiendo nuevamente una Bandera Argentina pero esta vez unida a una mexicana y miles de papelitos al aire con los colores de ambas insignias, Maná volvió al escenario al grito de “¡Se la pusieron difícil a Buenos Aires, cabrones!”.
“Labios compartidos” y “En el muelle de San Blas” fueron los temas que cerraron definitivamente el concierto, con un cielo plagado de fuegos artificiales.
Pasó Maná por Mendoza. El camino de la banda sigue hacia Buenos Aires, Rosario y, finalmente, Córdoba, donde cerrarán la gira argentina.
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